Las relaciones de pareja, que siempre resultaron complicadas, están atravesando tiempos de intensa crisis. Las separaciones son más frecuentes que antes. Parece que ya no soportamos nada que sea diferente, que se aleje de nuestros puntos de vista y preferencias.
Una de las causas de esta situación es la enorme independencia que ha ganado la mujer con respecto a épocas pasadas. Ahora ya no necesita ser sostenida por lo masculino. Ella sola es capaz de sobrevivir sin su soporte. Pero en ese proceso hacia su independencia, lo femenino ha ido perdiendo su cualidad en la medida en la que va despertando y fomentando lo masculino como forma de poder en el que sustentarse.
Este hecho, unido a la incomprensión y al intento de dominar y poseer a lo femenino por parte del elemento masculino ha creado enormes batallas y separación entre ambos. Se trata de una lucha por alcanzar el poder unilateral que ha venido gestándose a lo largo de la historia.
Lo que vemos fuera representado en esta permanente lucha de fuerzas no es más que una dramatización de lo que está ocurriendo en nuestro universo interior. En realidad, el crecimiento personal no deja de ser una forma de equilibrar y desarrollar estos dos elementos dentro de nosotros, ya que somos seres completos, poseedores de ambas energías, y necesitamos tanto de lo masculino como de lo femenino que nos unifica y complementa.
La lucha es la manifestación del intento de rechazar lo que nos resulta ajeno y nos agrede. Pero es hora de transmutar la tensión en relación, unificación y paz, pues el objetivo es que estas dos polaridades se manifiesten plena y equilibradamente en el interior de cada ser, una vez que el sentido de la originaria separación –la cual nos permitió poder experimentar y llegar a conocer cada elemento de manera unilateral- ya no resulta necesario.
Por tanto, la primera pareja que ha de construirse es la interior. Una vez que seamos capaces de unir ambas energías en nuestro pensar, sentir y hacer, devendremos seres completos, preparados para compartir nuestra historia con compañeros de vida también completos Ya no necesitaremos colmar con la pareja los vacíos que sentimos dentro, ni buscaremos que cubra nuestras necesidades que nosotros mismos no hayamos sabido satisfacer. Estableceremos una relación basada en la libertad, el respeto, la tolerancia, la confianza, la cooperación y el amor. Cada uno aportando su propio color, lo que le define como individualidad, y ambos compartiendo en un terreno nuevo preparado para ser explorado en comunidad.
El simple hecho de completarnos nos llevará a comprender que todo lo que resulta diferente y opuesto forma parte de la experiencia de la vida. Así pues, esta vivencia nos apartará del paradigma víctima-verdugo que resulta de la separación y lucha entre los aparentemente contrarios.
Un paso previo para iniciar este proceso exige que la mujer siga desarrollando las cualidades masculinas (racionalidad, objetividad, análisis, dirección, concentración, etc), sin que para ello tenga que endurecerse y comportarse como un hombre. Y al mismo tiempo, ha de rescatar e incentivar lo genuinamente femenino (intuición, conexión con la vida, receptividad, creatividad, compasión, cuidado, flexibilidad, empatía, fortaleza emocional, etc.) que es lo que le otorga su auténtico poder.
Por su parte, el hombre necesitará suavizar la dureza a la que ha llevado la energía masculina y encontrarse con sus emociones, escondidas tras una espesa coraza, y descubrir su vulnerabilidad, su sensibilidad y su capacidad femenina de conectar con el misterio de la existencia.
La unión de lo masculino y femenino, con todas sus infinitas riquezas y posibilidades, dará cabida a una nueva generación de seres humanos libres y poderosos, cuyos valores harán de este planeta un hermoso lugar en el que crear y experimentar la Vida.