La relación de pareja, cuando es vivida de una manera consciente, resulta ser una de las más importantes fuentes de crecimiento personal. Muchos se adentran en ella con el anhelo de compartir su vida y ahuyentar la temida soledad, pero muy pronto van a descubrir los enormes retos y dificultades que esta unión conlleva.
El famoso mito de buscar la media naranja ha impedido en muchos casos el trabajo personal necesario encaminado a completarnos y a potenciar al máximo nuestras capacidades con el objetivo de ser quienes verdaderamente somos, y no una mera copia de actitudes, pensamientos y formas de vida heredados. Este hecho dificulta aún más la ya complicada trama en la que veremos se entretejen y conjugan los diversos factores que van estar incidiendo de manera simultánea a lo largo de la relación, y que serán desarrollados en nuevos artículos:
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- Reproducción de la imagen interior de los modelos materno/paterno
- Modelos de relación de pareja heredados. La fidelidad al sistema familiar
- Una pareja a ocho: nuestros padres y la relación de pareja
- La pareja como espejo
Es importante trabajar cada elemento, no solo para lograr relaciones más satisfactorias, sino también por la enorme influencia que cada pareja ejerce sobre su entorno. Las desavenencias, gritos, incomprensiones y permanentes luchas son una fuente de contaminación anímica que envenena el ambiente que otros, especialmente los hijos, tienen que padecer. Las guerras externas no dejan de ser un reflejo de aquellas que se producen en el seno familiar. Así, la paz, tan deseada por todos, únicamente se convertirá en realidad cuando cada ser humano sea capaz de vivir desde el respeto y el amor que se debe, principalmente a sí mismo, y por ende a los demás.
Está claro que si alguien nos avisara a tiempo de las enormes complicaciones con las que vamos a tener que lidiar, todos saldríamos corriendo. Por eso, la sabiduría de la Vida creó un lazo químico o flecha de Cupido que nos dirigió y unió a una determinada persona con la que se nos brinda la gran oportunidad de conocernos, de descubrir las copias, la falsedad de eso que llamamos nuestra forma de ser o personalidad, y adentrarnos en una fabulosa búsqueda de nuestra verdadera identidad. Para ello, lo primero que hemos de hacer es quitar todo lo que no somos. Solo así puede aparecer lo genuino. Y la pareja es uno de los marcos adecuados que nos van a permitir ese trabajo.
Ser genuinos, recuperar nuestra esencialidad, sacar del baúl heredado las inseguridades, los miedos, las carencias, las faltas de autoestima y todo aquello que nos impida mostrar el color que nos es único, así como la creatividad que nos pertenece y con la que podemos transformar y enriquecer nuestra vida y nuestro entorno, es el objetivo que ha de sacarnos de nuestras zonas acomodaticias para enfrentarnos al mayor reto de nuestra vida: convertirnos en seres completos dispuestos a compartir y crear nuevos marcos de relación en los que no se precise invadir, conquistar o vampirizar a otros.