La culpa es una pesada carga que llevas sobre los hombros y que se va haciendo más y más grande si no eres capaz de detenerte, de quitar ese saco de tu espalda, mirar en su interior e ir viendo qué puedes hacer con cada uno de sus elementos.
¿Te pertenecen?
¿Hubo alguien que te adjudicó semejante carga?
¿Permitiste aceptarla?
¿Decidiste que tenía que seguir formando parte de ti eternamente?
Eres tú quien DECIDE qué piedras añades o no al saco con el que viajas.
Cada una de las piedras con las que cargas viene de aquellas situaciones en tu vida por las que no te has hecho responsable. Es el producto de los errores cometidos que no has sabido gestionar. Pero TIENES DERECHO a equivocarte; no viniste conociendo todas las reglas del juego. En tu caminar aprendes y puedes rectificar y retomar la dirección que te es favorable. ¿Por qué cargar entonces eternamente con cada uno de tus tropiezos? Si el error solo afecta a tu vida, cambia el rumbo y deshazlo. Y si lo que hiciste afectó a otros, la solución no es meter una nueva piedra en tu saco, aislarte y aumentar tu culpa. La solución es hacerte cargo de ese movimiento erróneo y, a través de la comunicación como lenguaje que va de alma a alma, reconocerlo, pedir disculpas y ofrecerte a reparar el daño causado. Y, cómo no, comprometerte una y otra vez a seguir trabajando en tu interior para reeducar tu forma de pensar, responsable de tus emociones y por tanto de tus actos.
La culpa es un curioso sistema que los seres humanos hemos puesto en marcha con objeto de no hacernos responsables de nuestra propia vida, de nuestro caminar. Creemos falsamente que conseguimos liberarnos de ser los creadores de nuestro día para convertirnos en víctimas o verdugos. De esta forma, nos “liberamos” de ser los sujetos protagonistas y pasamos a devenir objetos que otros mueven a su antojo. Nos creemos en posesión de la verdad. Somos las víctimas. Los malos siempre están fuera y son los culpables de lo que nos acontece. Sin darnos cuenta, hemos entrado en un circuito diabólico donde somos efectos del afuera (víctimas) que al mismo tiempo juzgamos y condenamos (verdugos). La pelota de la responsabilidad viaja a patadas de un campo a otro cual si fuera el lugar de la batalla.
¿Por qué aceptas que otros te culpen de no estar al servicio de sus vidas, de no prestarte para completar sus vacíos?
¿Por qué sigues aceptando cargar con las vidas de otras personas, vidas que no te pertenecen?
Cuando te abandonas, cuando dejas de ser tu prioridad, cuando permites que sean otras personas quienes te dirijan, pierdes tu poder, y al entregárselo acrecientas tu ESCASEZ, porque decides NO SER NADIE. Y, sin embargo, eres tú quien ha creado tu propio infierno, porque lo sepas o no, eres el CREADOR, la CREADORA de cada segundo de tu realidad.
La culpa no es otra cosa que una trágica falta de amor, un maltrato que te auto infliges cargando con pesos que MUCHAS VECES ni siquiera te pertenecen. Cuando vives la culpa te alejas de tu Ser, te separas del Todo al que perteneces, te metes en una cueva oscura de dolor e irredención donde te aplicas el castigo de la soledad, del sentirte inferior. Por eso tiene mucho que ver con la escasez. Si no vales, si eres culpable, entonces… ¡¡NO MERECES!!
Detente, siéntate a la sombra del camino y saca cada una de tus culpas y mira cómo puedes resolverlas. SIEMPRE hay una solución para cada problema.
Y recuerda: Pensar, sentir y actuar son tus herramientas en el viaje de tu vida. Por tanto,
ERES RESPONSABLE DE TUS PENSAMIENTOS, RESPONSABLE DE TUS EMOCIONES Y RESPONSABLE DE TUS ACTOS.
Haz clic aquí para editar.
¿Te pertenecen?
¿Hubo alguien que te adjudicó semejante carga?
¿Permitiste aceptarla?
¿Decidiste que tenía que seguir formando parte de ti eternamente?
Eres tú quien DECIDE qué piedras añades o no al saco con el que viajas.
Cada una de las piedras con las que cargas viene de aquellas situaciones en tu vida por las que no te has hecho responsable. Es el producto de los errores cometidos que no has sabido gestionar. Pero TIENES DERECHO a equivocarte; no viniste conociendo todas las reglas del juego. En tu caminar aprendes y puedes rectificar y retomar la dirección que te es favorable. ¿Por qué cargar entonces eternamente con cada uno de tus tropiezos? Si el error solo afecta a tu vida, cambia el rumbo y deshazlo. Y si lo que hiciste afectó a otros, la solución no es meter una nueva piedra en tu saco, aislarte y aumentar tu culpa. La solución es hacerte cargo de ese movimiento erróneo y, a través de la comunicación como lenguaje que va de alma a alma, reconocerlo, pedir disculpas y ofrecerte a reparar el daño causado. Y, cómo no, comprometerte una y otra vez a seguir trabajando en tu interior para reeducar tu forma de pensar, responsable de tus emociones y por tanto de tus actos.
La culpa es un curioso sistema que los seres humanos hemos puesto en marcha con objeto de no hacernos responsables de nuestra propia vida, de nuestro caminar. Creemos falsamente que conseguimos liberarnos de ser los creadores de nuestro día para convertirnos en víctimas o verdugos. De esta forma, nos “liberamos” de ser los sujetos protagonistas y pasamos a devenir objetos que otros mueven a su antojo. Nos creemos en posesión de la verdad. Somos las víctimas. Los malos siempre están fuera y son los culpables de lo que nos acontece. Sin darnos cuenta, hemos entrado en un circuito diabólico donde somos efectos del afuera (víctimas) que al mismo tiempo juzgamos y condenamos (verdugos). La pelota de la responsabilidad viaja a patadas de un campo a otro cual si fuera el lugar de la batalla.
¿Por qué aceptas que otros te culpen de no estar al servicio de sus vidas, de no prestarte para completar sus vacíos?
¿Por qué sigues aceptando cargar con las vidas de otras personas, vidas que no te pertenecen?
Cuando te abandonas, cuando dejas de ser tu prioridad, cuando permites que sean otras personas quienes te dirijan, pierdes tu poder, y al entregárselo acrecientas tu ESCASEZ, porque decides NO SER NADIE. Y, sin embargo, eres tú quien ha creado tu propio infierno, porque lo sepas o no, eres el CREADOR, la CREADORA de cada segundo de tu realidad.
La culpa no es otra cosa que una trágica falta de amor, un maltrato que te auto infliges cargando con pesos que MUCHAS VECES ni siquiera te pertenecen. Cuando vives la culpa te alejas de tu Ser, te separas del Todo al que perteneces, te metes en una cueva oscura de dolor e irredención donde te aplicas el castigo de la soledad, del sentirte inferior. Por eso tiene mucho que ver con la escasez. Si no vales, si eres culpable, entonces… ¡¡NO MERECES!!
Detente, siéntate a la sombra del camino y saca cada una de tus culpas y mira cómo puedes resolverlas. SIEMPRE hay una solución para cada problema.
Y recuerda: Pensar, sentir y actuar son tus herramientas en el viaje de tu vida. Por tanto,
ERES RESPONSABLE DE TUS PENSAMIENTOS, RESPONSABLE DE TUS EMOCIONES Y RESPONSABLE DE TUS ACTOS.
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